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lunes, 26 de agosto de 2013

Vejez, familia, vida

"El viejo no puede hacer lo que hace un joven; pero lo que hace, es mejor." CICERÓN.

En México desde 1983 celebramos cada 28 de agosto el día del anciano como una respuesta a la primera iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas por festejar a la población mayor. Según datos del INEGI, se estima que para el año 2020 más de la cuarta parte de la población total del país será mayor a 65 años, y según el Fondo de Población de Naciones Unidas para el año 2050, uno de cada cinco habitantes del planeta tendrá más de 60 años. Este fenómeno, el incremento de la población adulta, combinado con un nivel de mortalidad bajo y con la disminución de la natalidad es lo que se conoce como envejecimiento demográfico.

Más allá de las implicaciones económicas que tiene este fenómeno, sobre todo por lo que a las pensiones de los adultos mayores se refiere, es muy importante que en nuestra sociedad vayamos aprendiendo a vivir y convivir con un sector de la población que es muchas veces marginado desde la propia familia, pues en muy pocos años, seremos más los adultos mayores que los adultos jóvenes y los niños.

Los adultos mayores deben ser valorados primero por la gran experiencia de vida que poseen y que transmitida a los más jóvenes es fuente de sabiduría. Este concepto ha sido entendido en otros tiempos y en otras culturas, no así en la actualidad, dado que en muchas ocasiones se valora a la persona sólo por su capacidad productiva, y cuando un adulto mayor ha dejado de generar riqueza o ha visto minadas sus capacidades productivas y/o intelectuales se le relega y se le discrimina de una manera injusta.

Los adultos mayores requieren de una infraestructura pública adecuada, lugares donde sentarse cuando caminan por la ciudad o visitan algún centro comercial, baños en espacios públicos, señalética visible, transporte público cómodo, accesos convenientes como elevadores o escaleras eléctricas en lugares públicos, pero además necesitan de la atención y cuidado de los demás ciudadanos, cederles el asiento, dar preferencia a su paso por las calles, atenderles en filas exclusivas, son acciones que deberían ya formar parte de nuestras reglas de convivencia social.

Los adultos mayores deben ser siempre escuchados, y los diferentes órganos de gobierno deberían establecer mecanismos especiales de atención a sus necesidades y sus problemas en el orden legal o de salud, pero por encima de todo deben ser escuchados por sus propias familias, visitarlos, platicar con ellos, conocer sus miedos y sus ilusiones es una tarea que todos debemos hacer, no sólo con los nuestros, sino con todos los adultos mayores.

Los adultos mayores necesitan cuidados especiales para mantener su salud, visitas al geriatra, alimentos saludables. Es común que en esta etapa de vida, las personas se sientan deprimidas y esto les ocasione en muchos casos problemas con su entorno. La familia puede representar en esta etapa de su vida un refugio seguro y amoroso o una cárcel en la que se sientan solos, por eso el mejor antídoto contra la depresión después de un buen vitamínico, es el acogimiento cariñoso que la propia familia le provee.

Este 28 de agosto que celebraremos el día de los adultos mayores, será una buena oportunidad para abrazar y agradecer a nuestros padres y abuelos el trabajo realizado para sus descendientes, pero también es un excelente momento para recordar a los más jóvenes que mucho de lo bueno que tenemos, lo hemos recibido sin duda de nuestros abuelos.

Dip. Ana María Jiménez Ortiz; Presidenta de la Comisión Especial de la Familia LVIII Legislatura

@AnaMaJimenezPAN

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