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lunes, 9 de septiembre de 2013

Estrategias Parentales

“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad” Karl Menninger.



Según la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA 2008) realizada por el INEGI con el apoyo de la Secretaría de Salud, en el estado de Puebla el 29% de la población estuvo expuesta o consumió durante ese año algún tipo de droga. La mariguana fue la droga de mayor recurrencia, seguida por la cocaína y posteriormente las metanfetaminas. Lo grave de esta realidad - que se puede consultar en la página web del Consejo Nacional Contra las Adicciones- es que los grupos más expuestos son: jóvenes de entre 12 y 25 años de edad, quienes ya no se encuentran estudiando, los que viven sólo con su madre, y los que hayan tenido un entorno con antecedentes de drogas. Un dato más: la propia encuesta propone entre otras alternativas de solución, “trabajar con los padres en estrategias parentales efectivas”.

La falta de estrategias parentales efectivas, es justamente lo que ha llevado a las familias actuales a vivir en una tremenda crisis de autoridad, y que entre otras funestas consecuencias tiene el hecho de que cada año miles de jóvenes formen parte de estas dolorosas estadísticas. Los padres de hoy tienen miedo a la autoexigencia que implica ser un padre con autoridad.
¿Cómo ser un padre con autoridad?

No es cosa sencilla de lograr, ya que al pretenderlo se puede optar por los métodos rígidos que devienen en el autoritarismo, o por métodos laxos que imposibiliten a los hijos a autorregularse. Sin embargo si en realidad los padres desean establecer estrategias parentales afectivas, habrá que observar los siguientes comportamientos:

1. Evitar agredir a los hijos ya sea física, verbal o psicológicamente, pues la agresión genera en ellos sentimientos de enojo, tristeza o impotencia que forman una cadena interminable en su forma de relacionarse. Muchos niños que en la escuela son agresivos, lo hacen reproduciendo lo vivido en casa. Los niños agredidos pueden alimentar un malsano resentimiento por los padres o un gran miedo, que no respeto a su autoridad.

2. Proteger, pero no sobreproteger, pues la sobreprotección impide que los niños tengan las experiencias de vida que les ayudarán a madurar. Sobreproteger es la forma de decirle al hijo que es incapaz de realizar algo, y lo único que logra es que el niño sienta que no es una persona digna de confianza. Un niño sobreprotegido puede ser un niño miedoso y apegado a los padres, pero no porque reconozca en ellos cierta autoridad, sino porque se siente incapaz de moverse por sí mismo. La obediencia por cobardía, tampoco es sinónimo de respeto.

3. Vivir en cercanía física y afectiva, pues la distancia afectiva provoca en el niño sentimientos de que algo hay malo en él, y puede dañar su autoestima por creer que no es suficientemente valioso ni importante. Los padres lejanos, no cultivan la autoridad.

4. Nunca rechazar, pues el rechazo tiene un gran impacto en la seguridad y la autoestima del niño.

5. Desarrollar la autodisciplina en ellos, lo que les garantizará la posibilidad de resolver problemas y tomar decisiones. Un niño que sabe que todos sus actos traen consecuencias, aprenderá a reflexionar antes de actuar.

Ayudar a los hijos a desarrollar una autodisciplina es quizá el más efectivo de todos los consejos anteriores, siendo además una gran responsabilidad paterna que como todo proceso valioso, es un proceso largo pero de grandes frutos.

Dip. Ana María Jiménez Ortiz; Presidenta de la Comisión Especial de la Familia LVIII Legislatura
@AnaMaJimenezPAN











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