La semana pasada, la LVIII Legislatura del Estado de Puebla aprobó la Ley para prevenir y eliminar la discriminación en el estado, dotando con esto a todos los ciudadanos poblanos de un elemento jurídico para salvaguardar su dignidad por encima de toda diferencia, en concordancia con lo que ya establece la Constitución Política de nuestro país.
Según la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación se considera discriminación toda "distinción, exclusión o restricción que basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil, o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas".
A fin de entender el gran mosaico cultural, étnico, de edades y de pensamiento que como país somos, durante el año 2010 se realizó la segunda Encuesta Nacional sobre Discriminación en México. Dicho instrumento que recaba la percepción de los mexicanos respecto a quienes creen que son los grupos más discriminados en nuestro país, también recoge la opinión de quienes alguna vez han sentido que sus derechos no son respetados, y en este punto, el de la realidad no el de la percepción, deja claro que para los mexicanos, no tener dinero, la apariencia física, la edad, el sexo, la religión, la educación y la forma de vestir, son los principales factores de discriminación.
En la misma encuesta destaca que son las personas de niveles socioeconómicos más bajos las que han sentido que su color de piel ha sido motivo de discriminación, y que las minorías étnicas consideran que su mayor problema es la discriminación de la que son objeto, seguida de la pobreza y la lengua, lo que les impide tener las mismas oportunidades que los demás mexicanos.
Es ésta a mi juicio la discriminación más dolorosa y menos visible de nuestro México del Siglo XXI, la que se ejerce contra las personas de menor poder adquisitivo y las personas indígenas. Todavía en nuestro estado, existe la figura del cadenero, personaje que a la entrada de algunos bares y "antros" decide quién entra primero y quién después sólo por el aspecto de la persona y su estatus económico, todavía volteamos a ver con cierto desprecio a las indígenas que portan sus trajes típicos y las llamamos "Marías", y todavía usamos palabras como naco, chacha o indio para referirnos despectivamente a alguien que consideramos inferior.
Más importante que la ley, es la clara conciencia que toda persona debe tener respecto a la propia dignidad y la de quienes le rodean. La ley es un instrumento jurídico valioso que establece mecanismos para evitar la discriminación y para sancionarla, pero más importante que la letra, es la actitud que cada individuo tiene frente a la diferencia, es decir, el entendimiento de que todos somos iguales ante la ley según la Constitución Política Mexicana, o de que somos "hechos a imagen y semejanza de Dios", según la tradición judeo-cristiana, para el caso es lo mismo.
Dip. Ana María Jiménez Ortiz, presidenta de la Comisión Especial de la Familia LVIII Legislatura
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