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lunes, 17 de junio de 2013

Gracias papá

"Cuán grande riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de buen padre". Juan Luis Vives

Nuestra cultura matriarcal tiene en alta estima el trabajo silencioso, constante y a veces abnegado de las mamás, pero pocas veces somos conscientes del importante rol que juega el papá en la vida de sus hijos, y en especial de sus hijas.

Está probado que uno de los factores que determinan que nuestras niñas se conviertan en mujeres seguras, es la presencia de un padre fuerte y cariñoso que infunda confianza y que ejerza su papel con amor, por eso, en este Día del Padre les comparto lo que a juicio de la Dra. Meg Meeker, autora del libro "Padres fuertes, hijas felices" necesitan las hijas de su papá:

Un buen papá convive con su hija, le dedica tiempo, se interesa por sus necesidades no sólo materiales, la hace sentir importante, escucha sus opiniones y con esto le da la certeza de que vale como persona y como mujer.

Un buen papá refuerza la autoconfianza y seguridad de su hija cuando la ama cómo es y no la critica por su cuerpo o su aspecto físico. Esta seguridad adquirida en familia, la ayuda a no permitir jamás ningún tipo de vejaciones o daños a su dignidad.

Un buen papá sabe poner límites en la infancia y con esto prepara a su hija para establecer por sí misma las normas que guiarán su comportamiento en la juventud y en la adultez. A veces los papás buscan poner límites a las hijas, cuando ya es demasiado tarde, y entonces resulta contraproducente, pues las reprimen y las alejan.

Un buen papá ayuda a su hija a entender que el verdadero sentido de la humildad nada tiene que ver con ser débil o manipulable, sino que más bien es tener una adecuada perspectiva de sí misma y del valor de las personas que la rodean. La humildad bien entendida hace que las hijas vivan en la realidad, y no en un mundo de "princesas".

Un buen papá enseña a su hija a conocer a Dios, y sea cual sea la religión que profesen, muestra un rostro amable, amoroso, comprensivo de Él. Habrá quienes consideren a la religión como algo anticuado, irreal, poco inteligente, pero en momentos de desesperanza y dolor, la confianza en Dios da un sentido de vida. Los padres que tienen fe y saben transmitirla a sus hijas, les están entregando un gran seguro de vida.

Un buen papá enseña a su hija a luchar y a no dejarse vencer, a contener sus emociones y a no autodestruirse. La firmeza del papá ayuda a que la emotividad de las hijas no se desborde. Por eso es imposible "ser papá y mamá a la vez", maternidad y paternidad son roles complementarios y diferentes.

Un buen papá permanece unido a su hija a pesar del tiempo, de las distancias, de las circunstancias, y siempre está presto para escuchar, para aconsejar, para consolar, y para guiar. Las hijas sabemos que un abrazo paterno puede ser el mejor bálsamo para nosotras en momentos de dolor.

Finalmente, un buen papá sabe que de su comportamiento como hombre, su hija aprenderá a relacionarse con otros hombres, por eso ser papá en esta época es un gran reto y compromiso.

Muchas felicidades en su día a todos los hombres que no teniendo miedo de ser papás, o aún teniéndolo, se esmeran por dar a su familia lo mejor de ellos mismos, sus hijos y en especial sus hijas, se los agradecemos infinitamente.

Dip. Ana María Jiménez Ortiz, presidenta de la Comisión Especial de la Familia LVIII Legislatura.

@AnaMaJimenezPAN

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