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lunes, 7 de enero de 2013

CAZAR PATOS EN EL DESIERTO



”Quienes actúan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen” Chesterton
 El pasado 27 de diciembre en el Diario Oficial de la Federación  se publicó el Presupuesto de Egresos del país para el ejercicio 2013, instrumento que plasma todas las asignaciones  monetarias que los diputados federales votaron en la sesión del jueves 20 a fin de determinar qué erogaciones son prioritarias para nuestro país.

El documento  considera todos los gastos e inversiones  que durante el año 2013 el Estado mexicano tendrá que afrontar en áreas como  educación, salud, seguridad nacional, infraestructura, fortalecimiento del campo, desarrollo social,  y un largo etcétera,  detallando en diferentes anexos los conceptos en los que la federación habrá de disponer  de 3 billones 956 mil millones de pesos.

Amor que no se refleja en el presupuesto no es amor, y por eso analizando  los anexos llama poderosamente la atención que un país como el nuestro que tanto ha sufrido por la violencia, el creciente consumo de enervantes y la inseguridad, destine según su anexo 18 “Acciones para la prevención del delito, combate a las adicciones, rescate de espacios públicos y promoción de proyectos productivos”  sólo  118 mil 802 millones de pesos.

Pareciera  que  los servidores públicos que elaboraron el presupuesto  y los diputados que lo votaron  no saben que la mejor manera de prevenir los delitos y combatir las adicciones es fortaleciendo a las familias mexicanas, y por eso de los 118 mil 802 millones de pesos presupuestados para tal fin, ni un solo peso lleva la etiqueta “fortalecimiento de las familias”, o “capacitación a los padres para evitar adicciones” o “mejoras a la comunicación padres-hijos” y es que aunque parezca un poco ridículo o exagerado ¿cómo pretendemos acabar con nuestros problemas sociales, si no los atacamos desde el origen?

Y no es que esté mal que de los 118 mil  802 millones  se destinen fuertes cantidades para divulgar acciones en materia de derechos humanos, para campañas publicitarias contra las drogas, para promover y fomentar la lectura, para mejorar espacios públicos, o para promover la cultura de la denuncia,  pero todas esas acciones son complementos del que debiera ser el centro de atención de toda decisión pública: la Familia.

Si como país nos conformamos con difundir lo peligrosísimas que son las drogas mediante campañas publicitarias bien elaboradas y bien pagadas, pero no nos ocupamos de escuchar a los jóvenes, ni de capacitar a las familias respecto a cómo mejorar su comunicación, también nos tendremos que conformar con seguir viendo cómo crece el número de adictos. Si lo mejor que podemos hacer para prevenir el delito es pagar spots radiofónicos con los teléfonos de denuncia -que pasan continuamente  en  la madrugada cuando todos duermen- pero no generamos valores ciudadanos a partir de las familias, no habrá dinero que alcance para disminuir la delincuencia.

Para  obtener un resultado diferente es necesario implementar acciones  diferentes, de manera que destinar sólo el 3 por ciento del total del Presupuesto de Egresos para acciones preventivas del delito y de las adicciones  sin focalizarse en la familia, es tan absurdo  como tirar balas al aire con los ojos bien cerrados esperando cazar un pato en medio del desierto.

Dip. Ana María Jiménez Ortiz; Presidenta de la Comisión Especial de la Familia LVIII Legislatura

@AnaMaJimenezPAN





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