Los dolorosos acontecimientos que como país hemos vivido en las últimas semanas, son llamadas de atención que no podemos dejar pasar de largo. Los 155 muertos, 175 mil viviendas destruidas y casi un millón de personas que a la fecha ha reportado la Coordinación Nacional de Protección Civil, no serán los únicos daños que como país habremos de enfrentar.
Diversos especialistas en la materia han señalado que las catástrofes que Ingrid y Manuel dejaron a su paso por nuestro país, no son sólo resultado del calentamiento global, sino que son también resultado del comportamiento social -tala indiscriminada de árboles, obstrucción de los cauces naturales de los ríos, crecimiento urbano sin planeación, negligencia para alertar debidamente de los riesgos latentes, etc.- por lo que nos encontramos ante un proceso socio-natural, es decir, hay parte de responsabilidad en nosotros.
Por eso sería imposible que después de este doloroso evento, México siguiera como si nada, y dejara de aprender la lección que el desastre nos deja: la degradación de la naturaleza está estrechamente ligada con la cultura que rige nuestra convivencia humana, y tarde o temprano cobra nuestro descuido.
Necesitamos entonces como país abrirnos a un nuevo estilo de vida, en el que no sólo se respete la Ecología Ambiental y se tenga a ésta como muy importante, claro que vegetación, ríos, lagos, animales, son importantes, sin embargo, hay otra ecología a la que constantemente dañamos y que tarde o temprano nos hará pagar las consecuencias de nuestro descuido, me refiero a la Ecología Humana, es decir las condiciones naturales que la persona necesita para su sano desarrollo y bienestar y de las que rara vez somos conscientes.
El concepto de Ecología Humana "surge como una perspectiva en la que confluyen la sociología, la antropología cultural, la demografía, la geografía humana y la psicología social" y busca contribuir a la toma de conciencia de la persona en el cuidado de sí misma y de su entorno, conforme al orden natural.
Una verdadera Ecología Humana, busca el respeto sin restricciones a la vida humana en todas sus etapas, el cuidado de la institución matrimonial como origen de la familia, la promoción de leyes que favorezcan la vida familiar, la atención prioritaria de las personas vulnerables en todas las decisiones públicas, y la vivencia de valores que nos fortalezcan como comunidad. Por eso las consecuencias de los daños causados a la Ecología Humana, son de mayor impacto. Querer modificar el orden natural, sólo por el capricho o la negligencia de unos cuantos, tiene sus consecuencias, ¡vaya que las tiene!
Como país hemos palpado el dolor y la desolación de un desastre ecológico al que le sigue la pobreza y un intenso trabajo de reconstrucción que muy seguramente será insuficiente, pues las comunidades dañadas no volverán a ser las mismas. Deseo fervientemente que no tengamos que sufrir las graves consecuencias del descuido en el que tenemos a la Ecología Humana, pues esas, si que serán más costosas y dolorosas.
Dip. Ana María Jiménez Ortiz; Presidenta de la Comisión Especial de la Familia LVIII Legislatura
@AnaMaJimenezPAN
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