“La primera obligación del hombre es ser feliz, y la segunda, hacer felices a los demás”, ANÓNIMO.
¿Qué hace felices a los mexicanos? Esta
pregunta a la que especialistas de múltiples disciplinas tratan de responder,
parece no ser tan complicada si analizamos documentos como la primera Encuesta
sobre Bienestar Subjetivo de la Calidad de Vida de los Mexicanos.
En esa información dada a conocer por el Inegi
el pasado 21 de noviembre, se revela que 86 de cada 100 mexicanos se sienten
satisfechos con su vida familiar, y eso debería ser motivo suficiente para que en
nuestro país consideremos con seriedad el diseño de políticas públicas y presupuestos que tomen en cuenta la
importancia de la vida en familia, como parte de los planes de gobierno.
En la encuesta, que pretende medir el bienestar social, se consideraron las
apreciaciones que las personas tienen respecto a cómo están viviendo sus vidas,
qué tan satisfechas se sienten y qué tan felices o tristes viven, a similitud
de lo que ya se hace en el Reino Unido, Francia, Italia, Japón y Canadá.
Otro dato revelador de la encuesta, es que las
personas que menos felices se sienten con su vida, son las que han sido
agredidas por alguien con quien cohabitan –su familia-, quienes viven en hogares donde hay adicciones y quienes han sufrido
algún tipo de maltrato. Dentro de los aspectos que menos felicidad generan a
los mexicanos, destaca la falta de tiempo disponible para el ocio y la
convivencia familiar.
Además de la vida familiar, la autonomía, la
vida afectiva, la apariencia, el ser
reconocido y el recibir elogios son algunos de los factores que hacen que las
personas se sientan felices. ¿Qué mejor lugar para sentirnos amados y
reconocidos que la familia?
Por eso es necesario que si en verdad queremos
que nuestro país logre un mayor nivel de desarrollo, en el que los mexicanos vivamos a plenitud,
es necesario introducir en nuestros planes y acciones de gobierno una Perspectiva
de Familia, es decir, generar la conciencia de que la familia como
comunidad de personas tiene una función social insustituible, y que de la
calidad de nuestras familias depende la calidad de nuestra sociedad.
Una Perspectiva
de Familia nos ayudaría a:
- Promover familias funcionales en las que ni el maltrato, ni la violencia, ni las adicciones tuvieran cabida.
- Fortalecer las familias no sólo desde lo asistencial, sino sobre todo desde lo educativo.
- Dejar de gastar tanto dinero en acciones compensatorias y correctivas e invertirlo en acciones preventivas.
- Reconstruir el tejido social tan dañado en estos momentos, y a aumentar la participación social.
- Tener seres humanos capaces de vivir como ciudadanos de valores
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